El calor excesivo, la falta de sueño, los cambios en la dieta… pueden afectar negativamente al sistema inmunitario, por lo que conviene cuidarse igual que durante el invierno para evitar infecciones y enfermedades.
¿Disminuye el verano nuestro sistema inmunológico?
El verano, las vacaciones y el sol pueden ser muy beneficiosos para nosotros, pero también pueden afectar negativamente al sistema inmunitario si no tenemos cuidado:
1- La exposición excesiva al sol sin protección puede aumentar el riesgo de quemaduras solares, lo que puede dañar la piel y debilitar el sistema inmunitario local.
2- El ejercicio excesivo o no adecuado puede llevar a un estado de fatiga, lo que puede debilitar temporalmente el sistema inmunitario y aumentar la susceptibilidad a infecciones. También dejar completamente la actividad física por causa de las vacaciones y los cambios de rutina.
3- Las altas temperaturas pueden aumentar el riesgo de intoxicación alimentaria debido a la proliferación de bacterias (como la salmonella, la E. coli) en los alimentos mal conservados, lo que puede afectar negativamente al sistema inmunitario.
4- La exposición prolongada a altas temperaturas puede provocar estrés térmico o estrés por calor, lo que puede debilitar el sistema inmunitario. El cuerpo, al intentar regular su temperatura, puede experimentar un aumento en la producción de cortisol, una hormona del estrés que puede suprimir la función inmunitaria si se mantiene en niveles elevados bastante tiempo.
5- El calor y la humedad favorecen el crecimiento de bacterias y hongos en la piel, lo que puede aumentar el riesgo de infecciones cutáneas. La natación en aguas contaminadas también puede incrementar este riesgo.
6- El calor favorece la deshidratación, que afecta negativamente al sistema inmunitario. La deshidratación reduce la producción de saliva y mucosas en la boca y otras partes del cuerpo. Estas secreciones contienen enzimas y anticuerpos que ayudan a proteger contra patógenos. Una menor producción puede aumentar el riesgo de infecciones orales y respiratorias. También reduce el volumen de sangre y plasma, lo que puede dificultar el transporte de nutrientes y oxígeno a las células inmunitarias. Con una menor ingesta de líquidos, el cuerpo tiene más dificultades para eliminar toxinas a través de la orina y el sudor. La acumulación de toxinas puede debilitar el sistema inmunitario y hacer que el cuerpo sea más susceptible a enfermedades.
7- En verano también es habitual tener menos apetito y estar más desganados, lo que nos puede llevar a comer menos, algo que afecta negativamente a nuestro sistema inmunológico.
8- El calor excesivo puede afectar al sueño de muchas personas, impidiendo que duerman las horas diarias que el cuerpo necesita. La carencia de sueño ocasiona una reducción de citocinas, una proteína que el sistema inmunitario libera cuando detecta una infección, una inflamación o altos niveles de estrés. Por eso, dormir poco aumenta el riesgo de enfermar tras estar expuesto a un virus.
9- Los cambios bruscos de temperatura al salir de una estancia muy fría debido al aire acondicionado al calor de la calle también disminuyen nuestro sistema inmunitario. Virus como los del resfriado común se propagan con mayor facilidad por el cuerpo cuando la temperatura en la cavidad nasal es inferior a la de los pulmones, lo que puede suceder si la estancia está muy fría.
¿Cómo reforzar las defensas en verano?
1- La vitamina D ayuda a mejorar la función inmunitaria y a reducir el riesgo de infecciones. Para sintetizarla, debemos tomar el sol unos 10 minutos sin protección en las primeras horas del día. El resto del tiempo debemos usar protector solar para prevenir quemaduras solares que pueden dañar la piel y debilitar la respuesta inmunitaria local y evitar el sol de 11 a 17 horas.
2- No te descuides y sigue cumpliendo unos hábitos saludables que fortalecen el sistema inmunitario, como dieta sana, sueño adecuado, ejercicio al aire libre (pero nunca en las horas de más calor).
3- Si no tienes mucha hambre, procura consumir alimentos frescos que entran mejor en los días de calor, como ensaladas, cremas frías, gazpacho, frutas, etc.
4- Bebe mucha agua para evitar la deshidratación.
5- Cuida la higiene alimentaria y respeta la cadena del frío para evitar intoxicaciones alimentarias. Ten cuidado sobre todo con ciertos alimentos como el huevo o las salsas hechas con huevo y bebe agua mineral embotellada si viajas fuera de tu país. Lávate bien las manos antes de cocinar o manipular alimentos, limpia la superficies y utensilios, no uses el mismo cuchillo para lo crudo y lo cocinado, etc.
6- Evita que el aire acondicionado te dé directamente, así como ponerlo a temperaturas demasiado bajas (se aconseja a unos 25º C). Evita también los cambios muy bruscos de temperatura.
7- Las frutas y verduras frescas son ricas en vitaminas, minerales y antioxidantes que fortalecen el sistema inmunitario. Ejemplos incluyen cítricos (vitamina C), zanahorias (betacaroteno) y espinacas (vitamina E).
8- Los alimentos fermentados como el yogur, el kéfir y el chucrut ayudan a mantener una flora intestinal saludable, lo cual es esencial para una buena inmunidad. También puedes tomar complementos alimenticios especialmente diseñados para aumentar el sistema inmunitario o con probióticos.
9- Dedicar tiempo a hobbies y actividades que disfrutes puede ser beneficioso para la salud mental y el bienestar general, lo que favorece el sistema inmunitario.
Fuente:
Journal of the American College of Nutrition
American Heart Association