El estrés es uno de los problemas principales a los que nos enfrentamos en la vida moderna todos, incluidos los niños y adolescentes agobiados por los deberes y exámenes, los problemas con los padres o los amigos… Y, lamentablemente, el estrés crónico es muy dañino para nuestra salud, empezando por el tremendo impacto que tiene sobre el sistema inmunológico.
¿Qué es el estrés y qué tipos existen?
El estrés es una respuesta fisiológica y psicológica que el cuerpo experimenta ante situaciones percibidas como desafiantes o amenazantes. Es una reacción natural diseñada para ayudar a las personas a manejar circunstancias difíciles, pero cuando se prolonga o se vuelve crónico, puede tener efectos negativos en la salud.
Así, se puede hablar de dos tipos principales de estrés:
– Estrés Agudo: el tipo más común de estrés, ocurre en situaciones puntuales y de corta duración, como antes de un examen o durante una discusión. El cuerpo activa la «respuesta de lucha o huida», liberando hormonas como el cortisol y la adrenalina, que preparan al cuerpo para enfrentar el desafío.
– Estrés Crónico: ocurre cuando una persona está expuesta a situaciones estresantes durante un período prolongado, como problemas laborales o financieros persistentes. A diferencia del estrés agudo, el estrés crónico puede tener efectos nocivos a largo plazo en el cuerpo, contribuyendo al desarrollo de enfermedades como la hipertensión, enfermedades cardíacas y trastornos del sueño.
Cuando una persona enfrenta una situación estresante, el cuerpo desencadena una serie de respuestas fisiológicas, conocidas colectivamente como la respuesta al estrés:
1. Las glándulas suprarrenales liberan cortisol, adrenalina y norepinefrina, que aumentan la frecuencia cardíaca, la presión arterial y los niveles de energía.
2. Se activa el Sistema Nervioso Simpático que prepara al cuerpo para una acción rápida al aumentar el flujo sanguíneo a los músculos y reducir funciones no esenciales en ese momento, como la digestión.
3. El estrés puede influir en el comportamiento, provocando síntomas como ansiedad, irritabilidad, dificultad para concentrarse y trastornos del sueño.
Como decíamos, el estrés agudo puede ser útil en situaciones de emergencia, mejorando el rendimiento y la capacidad de respuesta. El problema viene cuando este estrés se convierte en algo crónico ya que puede dañar la salud física y mental.
Por lo tanto, el estrés agudo, también llamado eustrés o estrés positivo, no es malo, sino todo lo contrario, puede ayudarnos al despertar la energía, motivarnos e incluso reforzar la creatividad. El estrés malo es el estrés crónico o distrés, que nos sobrecarga y nos acaba enfermando.
¿Cómo afecta el estrés al sistema inmune?
El impacto del estrés en el sistema inmunitario infantil es un tema de creciente interés en la investigación médica y psicológica. El estrés puede tener efectos significativos en la salud de los niños debido a la interacción compleja entre el sistema nervioso, el sistema endocrino y el sistema inmune.
1. Alteración de la respuesta inmune: el estrés puede alterar la función del sistema inmune en los niños, lo que puede hacerlos más susceptibles a infecciones y enfermedades. Los estudios han demostrado que el estrés crónico puede reducir la producción de anticuerpos y otras defensas inmunológicas, lo que dificulta la capacidad del cuerpo para combatir patógenos. En el estrés crónico, tanto las defensas no específicas (sistema inmunitario innato) como las defensas específicas (sistema inmunitario adquirido) se reducen temporalmente.
Además,si hay estrés crónico los niveles de cortisol están permanentemente elevados y, entre otras consecuencias negativas para la salud, esta hormona se acopla a los receptores en la superficie de ciertos glóbulos blancos, que en consecuencia secretan menos interleucina-1-beta, una molécula que estimula la creación de células inmunitarias, aumenta la actividad de las células asesinas naturales (Natural Killer o NK) o promueve la formación de anticuerpos especializados en ciertos patógenos. Todo lo cual afecta de manera muy importante al sistema inmunitario.
En niños, esto puede resultar en un aumento de enfermedades como resfriados, infecciones de oído y otras condiciones infecciosas.
2. Inflamación crónica: el estrés también está asociado con la inflamación crónica, una respuesta del sistema inmune que, si se mantiene en el tiempo, puede contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas como el asma, alergias y trastornos autoinmunes. En los niños, un estrés prolongado puede desencadenar o exacerbar estas condiciones, afectando su calidad de vida a largo plazo.
3. Desarrollo del sistema inmune: durante la infancia, el sistema inmune aún se está desarrollando. La exposición al estrés durante esta etapa crítica puede influir negativamente en el desarrollo del sistema inmune, lo que puede tener implicaciones duraderas en la salud. Los niños sometidos a altos niveles de estrés pueden tener un sistema inmune menos eficiente en la edad adulta.
4. Impacto psicosocial: además de los efectos fisiológicos directos, el estrés puede afectar indirectamente el sistema inmune a través de sus impactos en el comportamiento. Los niños estresados pueden tener patrones de sueño alterados, una mala alimentación y menos actividad física, todos los cuales son factores que pueden debilitar el sistema inmune.
¿Cómo evitar el estrés y tener unas defensas más fuertes?
1- Procura que tu hijo siga una dieta sana en la que no falten nutrientes esenciales para regular los niveles de cortisol y mejorar el funcionamiento del sistema nervioso, como el magnesio, los ácidos grasos omega 3, la vitamina D, las vitaminas del complejo B, el selenio o el zinc.
2- El niño debe pasar el mayor tiempo posible al aire libre y realizar ejercicio de manera regular, ya sean en actividades dirigidas o, simplemente, jugando con otros niños en el parque. El ejercicio estimula la producción de endorfinas que reducen el estrés y de adrenalina y dopamina que mejoran el bienestar emocional.
3- El sueño es fundamental para reducir el estrés. Debe dormir las horas indicadas según su edad y procurando que el sueño sea de calidad. Un sueño reparador favorece la regulación del sistema inmune.
4- Existen ejercicios que ayudan a reducir y controlar el estrés, como el yoga, la meditación, la relajación muscular progresiva, la respiración consciente, etc.
Y, si hace falta, no dudes en recurrir a un profesional de la psicología.
Fuentes:
Shonkoff, J. P., Boyce, W. T., & McEwen, B. S. (2009). Neuroscience, Molecular Biology, and the Childhood Roots of Health Disparities: Building a New Framework for Health Promotion and Disease Prevention. JAMA.
Sommershof A. et al. Substantial reduction of naïve and regulatory T cells following traumatic stress. Brain Behav Immun. 2009 Nov;23(8):1117-24.
Gouin JP and Kiecolt-Glaser JK. The impact of psychological stress on wound healing: methods and mechanisms. Immunol Allergy Clin North Am. 2011 Feb;31(1):81-93.
Reed RG, Raison CL. Stress and the Immune System. Environmental Influences on the Immune System. Springer. 2016. ISBN : 978-3-7091-1888-7.