La exposición a gérmenes y microorganismos es un factor clave en el desarrollo y fortalecimiento del sistema inmunitario, especialmente en los niños. Descubre por qué y cómo conseguir esta exposición de manera segura.
¿Por qué es importante que los niños estén expuestos a gérmenes de manera natural?
El sistema inmunitario infantil aún está en desarrollo al nacer, por lo que necesita ser estimulado para aprender a reconocer y defenderse de los patógenos. La exposición a gérmenes permite que el cuerpo «entrene» su sistema inmunitario, de forma similar a cómo entrenamos nuestros músculos para hacerlos más fuertes. Cuando un niño se enfrenta a virus, bacterias y otros microorganismos, su sistema inmunitario produce respuestas (anticuerpos y células inmunes) para combatir esos invasores, y la próxima vez que el cuerpo se encuentre con el mismo germen, podrá defenderse de manera más eficiente.
Cada vez que el sistema inmunitario combate una infección, crea una «memoria inmunológica», lo que le permite reconocer y responder rápidamente si el mismo patógeno vuelve a invadir el cuerpo. Esta memoria inmunológica es la base de la eficacia de las vacunas, pero también se forma naturalmente tras la exposición a gérmenes. Así, los niños que están más expuestos a gérmenes desarrollan una «banca de memoria» más amplia y están mejor preparados para enfrentarse a futuras infecciones.
Un reciente estudio demostró que la exposición a microbios durante la primera infancia se asocia con la protección contra enfermedades inmunomediadas, como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) y el asma. En este estudio, demostraron que, en ratones libres de gérmenes, las células T asesinas naturales invariantes (iNKT) se acumulan en la lámina propia colónica y el pulmón, lo que resulta en una mayor morbilidad en modelos de EII y asma alérgica en comparación con la de ratones libres de patógenos específicos.
Por otra parte, el intestino juega un papel crucial en la respuesta inmunitaria, ya que alberga una gran parte del sistema inmunológico del cuerpo. La exposición a gérmenes también está relacionada con la formación de una microbiota intestinal saludable. Cuando los niños interactúan con su entorno y se exponen a diferentes microorganismos, su microbiota se diversifica y fortalece, lo que favorece la función inmune. Una microbiota desequilibrada puede estar relacionada con el desarrollo de enfermedades como alergias, asma y otras afecciones autoinmunes.
De hecho, un estudio reciente revisó cómo las exposiciones a microbios intestinales en la infancia tienen un papel crucial en la prevención de enfermedades inmunológicas. Los investigadores encontraron que una microbiota intestinal diversa y sana en los primeros años de vida está asociada con un menor riesgo de desarrollar alergias, enfermedades inflamatorias y autoinmunes.
Asimismo, se ha demostrado que el contacto con una variedad de gérmenes durante la infancia puede ayudar a evitar el desarrollo de enfermedades autoinmunes, en las que el sistema inmunitario ataca por error las células sanas del cuerpo. Esta teoría se conoce como la hipótesis de la higiene. Según esta hipótesis, una exposición temprana a infecciones y gérmenes puede «educar» al sistema inmunitario, evitando que responda de forma exagerada o equivocada a estímulos inofensivos (como en el caso de las alergias y enfermedades autoinmunes).
La Hipótesis de la Higiene
Como veíamos, la hipótesis de la higiene postula que la disminución de la exposición temprana a gérmenes y microorganismos en la infancia es un factor importante para el aumento de enfermedades autoinmunes, alérgicas e inflamatorias en las sociedades modernas. Esta hipótesis sugiere que la limpieza excesiva, el entorno excesivamente esterilizado y la falta de interacción con microorganismos podrían interferir con el desarrollo adecuado del sistema inmunitario.
La idea detrás de la hipótesis es que el sistema inmunitario de los niños necesita una cierta cantidad de «entrenamiento» al ser expuesto a diversos patógenos para desarrollar una respuesta equilibrada. Si los niños no están suficientemente expuestos a microorganismos en sus primeros años, el sistema inmunitario puede volverse hiperreactivo o desregulado, lo que aumenta la probabilidad de enfermedades como alergias, asma, enfermedades autoinmunes e incluso enfermedades inflamatorias intestinales.
La hipótesis también sostiene que la exposición excesiva a la higiene moderna, como la limpieza constante y el uso excesivo de antibióticos, contribuye a un sistema inmunitario que no se desarrolla adecuadamente, lo que lleva a un mayor riesgo de enfermedades relacionadas con la inmunidad.
Eso sí: exposición equilibrada, la clave es el término medio
Como hemos visto, una cierta exposición a los gérmenes que nos rodean en casa, en el parque o en la escuela es beneficiosa para el desarrollo del sistema inmunitario y puede ayudar a fortalecerlo. Sin embargo, es fundamental que esa exposición sea equilibrada. Exponerse constantemente a patógenos agresivos o vivir en ambientes extremadamente sucios puede sobrecargar el sistema inmunitario y llevar a infecciones graves. Por otro lado, la falta de exposición a gérmenes puede hacer que el sistema inmunitario no se desarrolle de manera adecuada.
Es importante que los niños interactúen con su entorno de forma natural, jugando al aire libre, interactuando con otros niños, tocando superficies y explorando el mundo que les rodea. Estas interacciones normales les brindan las oportunidades adecuadas para exponer a sus cuerpos a una variedad de microorganismos y ayudar a su sistema inmunológico a madurar.
Pero eso no significa que no haya que seguir una serie de medidas básicas de higiene como lavarse las manos al volver a casa del parque, antes de comer o después de ir al baño, bañarse con regularidad, limpiar bien las superficies en las que se cocina, etc.
El equilibrio entre higiene, exposición y fortalecimiento del sistema inmunitario es clave para su bienestar.
Consejos prácticos para fomentar una exposición saludable a los gérmenes
- Jugar al aire libre: permite que el niño interactúe con diferentes entornos naturales, como parques y jardines. Déjale jugar con la arena, con las plantas o insectos que encuentre…
- Evitar el exceso de limpieza: limpiar en exceso los juguetes o el entorno puede eliminar bacterias benéficas. No significa que tengan que estar sucios, sino que no hay que lavarlos todos los días ni esterilizar las superficies en exceso.
- Promover la interacción social: los niños que interactúan con otros suelen estar más expuestos a diversos microorganismos. Es bueno que jueguen con niños de su edad. Solo hay que evitar el contacto cercano con personas muy enfermas.
- Mantener hábitos de higiene básicos: como decíamos, aunque la exposición a gérmenes es importante, también es fundamental enseñar a los niños a lavarse las manos y mantener una higiene básica para evitar enfermedades graves.
Fuentes:
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